Las chicas justo habían salido de los servicios perdiéndose el show, y ni bien se sentaron me preguntaron si me había animado por presentarles a mi tortuga, te va a costar barato jadeaban, al fin les respondí que no gracias y les dije que se fueran a sus casas y que si querían les pagaría el taxi y las acompañaría, muy bien respondieron, tomamos uno bien tenebroso a esa hora 2340 de la noche con un chofer con cara de loco, sucio y odorante a berrinche como todo taxista, en un carro negro y de los años 1900 muy reforzado, el camino era de cuarenta minutos y mientras ellas charlaban atrás borrachas acerca de sus próximas víctimas yo alzaba el volumen de la radio chatarra del chofer que me permitía, en la cual se escuchaban operas a esta hora en una frecuencia que había encontrado gracias a Dios.
Volando por los cielos a veces espesos a veces despejados de la mierda de virus volantes que este carro de mierda raspaba sin cautela, cielo del cual a veces esperaba algo, esperamos no se de repente ya lo habíamos hecho todo, no había mas que dar ni a que resistirse, no había mas drogas, lisuras, artefactos, es tan inútil ya desafiar a alguien animar a alguien, todo parecía aburrirme lejos cerca, alto o remolcándome, estoy a diez minutos de mi casa pero acompaño a estas desdichadas a su hogar porque si se enteraran donde vivo caerían rociadas por Satanás a mis aposentos, a los de todos, a los de mi tortuga, que a veces miro de reojo hasta que se marche de mi presencia para que no me vea podrirme o masturbarme, o quebrar espejos, cachar putas, vomitar sin ataduras, la veo de reojos tras cada puerta para no contaminarle y no contarle mas de lo que debería saber para no ser uno mas, un zombie. La opera suena y rememoro a mis hermanos que no frecuento hace tiempo, me entraban las preguntas donde estarán pecando o balbuceando, que cosa estarán ganándose o perdiéndose, se preguntarán acaso por mi ser, acaso olvidaron que cosa era yo, acaso siempre resignados a mi chasqueo mental, a mis inmoralidades contra los cuales pelee, me ganaron y también me las cache aunque de rodillas.
Monto a la opera como a un toro pero armonioso y me vuelve loco pero no me deja caer, me acompaña con su vida que da vida con su retumbar que extiende la mano y me ayuda, me siento concentrado, embelesado, aludido por sus notas no importando quien me acompañe, no importa que me haya suicidado, no importa si hubiese amado o no, o laborado el día de hoy, cuando las leyes me lo ordenan o un abuelo convenido, el patrón, los cuernos destrozan mis temores y algunas nostalgias que habían quedado de las mejores, de las manos de mi madre, de mis profesores de lengua e historia, eso es algo más simbólico que las mujeres y dinero impropio, indecente, espectáculos y celebraciones, que mas da el esfuerzo en un trabajo donde al final ningún sueldo es satisfactorio, la gula es insatisfactoria, las conchas son insatisfactorios, el cariño es insuficiente así sea de miles de años, en fin. Aclaramos el aspecto de la noche pasadas las doce se bajaron ellas del carro al llegar a su lugar sombrío tan lejos de donde yo vivo, o finjo vivir, éste es un gran edificio de gente avezada, drogadictos niños, viejos jóvenes todos tan animales , fieras asesinas, era su barrio inalterable un lugar donde se cocinaban los planes mas maléficos, abortos, experimentos, cada cuarto tan sucio, cada ventana tapiada, luces que provenían de cabezas partidas de cadáveres que algún día fueron aristocráticos como en los años 1900 tan bellos eran guerras y amores bellos , no los de ahora que se prestaban ya no para escribir libros sino para quemarlos porque leer, eso de leer nos ponía suicidas, parcos, anoréxicos, delirantemente tristes, mas humanos.
Volando por los cielos a veces espesos a veces despejados de la mierda de virus volantes que este carro de mierda raspaba sin cautela, cielo del cual a veces esperaba algo, esperamos no se de repente ya lo habíamos hecho todo, no había mas que dar ni a que resistirse, no había mas drogas, lisuras, artefactos, es tan inútil ya desafiar a alguien animar a alguien, todo parecía aburrirme lejos cerca, alto o remolcándome, estoy a diez minutos de mi casa pero acompaño a estas desdichadas a su hogar porque si se enteraran donde vivo caerían rociadas por Satanás a mis aposentos, a los de todos, a los de mi tortuga, que a veces miro de reojo hasta que se marche de mi presencia para que no me vea podrirme o masturbarme, o quebrar espejos, cachar putas, vomitar sin ataduras, la veo de reojos tras cada puerta para no contaminarle y no contarle mas de lo que debería saber para no ser uno mas, un zombie. La opera suena y rememoro a mis hermanos que no frecuento hace tiempo, me entraban las preguntas donde estarán pecando o balbuceando, que cosa estarán ganándose o perdiéndose, se preguntarán acaso por mi ser, acaso olvidaron que cosa era yo, acaso siempre resignados a mi chasqueo mental, a mis inmoralidades contra los cuales pelee, me ganaron y también me las cache aunque de rodillas.
Monto a la opera como a un toro pero armonioso y me vuelve loco pero no me deja caer, me acompaña con su vida que da vida con su retumbar que extiende la mano y me ayuda, me siento concentrado, embelesado, aludido por sus notas no importando quien me acompañe, no importa que me haya suicidado, no importa si hubiese amado o no, o laborado el día de hoy, cuando las leyes me lo ordenan o un abuelo convenido, el patrón, los cuernos destrozan mis temores y algunas nostalgias que habían quedado de las mejores, de las manos de mi madre, de mis profesores de lengua e historia, eso es algo más simbólico que las mujeres y dinero impropio, indecente, espectáculos y celebraciones, que mas da el esfuerzo en un trabajo donde al final ningún sueldo es satisfactorio, la gula es insatisfactoria, las conchas son insatisfactorios, el cariño es insuficiente así sea de miles de años, en fin. Aclaramos el aspecto de la noche pasadas las doce se bajaron ellas del carro al llegar a su lugar sombrío tan lejos de donde yo vivo, o finjo vivir, éste es un gran edificio de gente avezada, drogadictos niños, viejos jóvenes todos tan animales , fieras asesinas, era su barrio inalterable un lugar donde se cocinaban los planes mas maléficos, abortos, experimentos, cada cuarto tan sucio, cada ventana tapiada, luces que provenían de cabezas partidas de cadáveres que algún día fueron aristocráticos como en los años 1900 tan bellos eran guerras y amores bellos , no los de ahora que se prestaban ya no para escribir libros sino para quemarlos porque leer, eso de leer nos ponía suicidas, parcos, anoréxicos, delirantemente tristes, mas humanos.