viernes, 10 de febrero de 2012

EL CAJON DE LA TORTUGA 3

yo ya sabía que me iba a pasar esto antes de venir, porque entonces porque me hacía esto a mí una vez más por qué tal malquerencia, tanto carbón neuronal, civil, lógica, moral, cuando me había corrompido tanto?, porque habría tenido la necesidad degenerar mi alma, porque experimentó el señor conmigo, porque me he borrado del espacio yo mismo, habiendo a mi amor traicionado, cuando antes navegábamos con una brújula que nos dirigía hacia el verdadero compañerismo y placer sin igual, tan amorosos tan unidos, tan mimados, limpiándonos nuestra mierda, sacando nuestras hostias que rezábamos, bañándonos de fresa con leche felina, con jugos de las cañas de azúcar de gran calibre y tan altas como una jirafa fascista, que surcaban nuestros labios o crema de mango untados en baguettes que no tenían cuando morir. Pero a estas damas, chúpenlo entre comillas, les había narrado algo así de mi tortuga. Mi tortuga que no sabia como orinar, había amanecido un día, el día en el que empezó ya hace centurias a vivir en mi pueblo extraño y desolado, no había mas tortugas que ella, humanos con verga doble, perros policías, gatos jueces y caballos montando cerdos, gallinas que ponían árboles miniatura, nutritivos en vez de huevos ordinarios. Mi tortuga quería aprender de todo pero obviamente la velocidad le jodía, quería hablar con alguien o llegar a cierto destino ya todo el siglo 21 borrado, era muy pequeña y nadie le daba importancia creyendo que era una piedra o una basura propiedad del campo agreste vaquero en el que vivíamos y cuando dije que no sabía orinar era que no sabía en que pose hacerlo, se le había metido en la cabeza tener una pose parado, echado, de costado, patas para arriba o como había visto en los dogs levantando una pata. Bajé cierto día de una planta enorme en cuyos bajos la tortuga reposaba después de haber comido un pastito que le había hecho eructar como mierda, muy fuertemente, despertándome. Yo era una araña humana espantosa francamente, lo confieso, con unas patas que son veinte veces mas grande que mi abdomen y tráquea, y soy babosa muy babosa, me quedé mirando a la tortuguita unas dos horas y cuando ella despertó de la siesta que se le había antojado la toqué con una de mis astilladas extremidades y diciéndole largaos de aquí mierda dura!.
Por fin ! exclamó la tortuguita alegrándose porque creía que resolvería sus dudas, por fin que? dije engrapando mis pedipalpos
dime como es que debo orinar, respondió
Como que orinar?
-cuando quiero botar el agua de mi pene como debo hacerlo me refiero como es la manera correcta de hacerlo, decentemente, quiero decir
-hazlo como quieras a nadie le importa solo eres un animalito mas, no tienes que ser educado, ni gentil, ni caballero, ni mierda
-me da vergüenza señor, usted se ve tan bien orinando parado, con ese falo tan hábil
-de que hablas carajo! respondí, y me senté con vergüenza en una piedra que brillaba, al ver en él a un casto y débil niño, a alguien que no sabía del infierno de camales y del polvo infeccioso que inundaban a todo ser móvil o no.
-pero yo no puedo pararme me doy cuenta que es porque soy todavía pequeño, pero cuando sea grande quisiera ser como usted.
-mira tortuguita solo te puedo decir que no te puedes fiar de nadie ni un segundo, aunque este pueblo es muy pequeño y no hay tanta degradación o exterminio de la naturaleza como en los países industrializados y ricos, ni terremotos de cabezas, ni clonaciones delivery, ni experimentos, ni polución, o anthrax en las paredes, ni alienígenas cachando a vuestras madres, aluviones de pescado, políticos con cuatro cabezas, ni perros policías
-que hay de malo con los perros policías, preguntó mi tortuga
-es que ellos se llevan las mejores chicas con ojos camaleónicos, son seductores y miden como dos metros, unos putos, ellas andan detrás de ellos siempre, estoy envidioso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario