Un perro policía a mi llamado acudió apenas marque el código en mi teléfono celular que había robado hace 50 años a una abuela taxista, que solo usaría en casos de emergencia y que no marcaba a alguien hace 38 años, a la ultima que llame fue a Canona una enfermera que me curaba de que mis testículos no explosionaran a causas de los cambios prostáticos cuando me acostaba boca abajo arriba de ese culo tan hermoso tan marcado, tan prisionero de mujer, que desengancharían cualquier hebilla de pantalón y de cualquier ser en este planeta y el de muchos otros apostaría yo, el perro se paro al costado mío y del mesero un cerdo con patines, contamos lo sucedido a lo que el perro llamado Cesáreo sin mediar frase alguna le mando un derechazo seguido de su codo, un doble golpe casi mortal sacándole un ojo al gordo que comenzó a arrancarse la ropa con matices de Nerón, con feroz dolor, implorando por su creador, llamando a su amigo Casan Casan!.
Casan intentó conectarle a Cesáreo un derechazo también en respuesta pero el perro dálmata enorme lo esquivó y abriendo luego su pezuña izquierda mostrando sus garras que parecían colmillos de unas tres pulgadas, arrancó media cabeza con media nariz y media boca que todavía respiraban luego con sus demás extremidades inertes diciendo, una mesa por favor… una mesa por favor…, por fav… los comensales se jalaban el cabello con la sangre, cerebro y mocos que había salpicado tan alborotadamente, todos con los nervios despavoridos comenzando a sollozar, el perro no satisfecho con esto aspiro y aspiro aspiro y aspiro como el lobo de un cuento ancestral con un soplido botó por donde entraron a los intrusos, insanos insanos ! terminaba de gruñir el perro que limpiaba su uniforme de policía y su gran pata con servilleta de filigrana que le entregábamos el cerdo y yo, yo y el cerdo, todos cerdos, muchas gracias exclamamos gracias señor policía, de nada cuídense respondió, y salió guapito como siempre llevando en una bolsa de plástico la media cabeza de Casan la cual llevaría como suplemento dietético para su próximo almuerzo, las féminas del lugar se llevaron las manos a sus partes y lo vieron como siempre, deseándolo.
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